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Así son las noches de las mamás que amamantan

Publicado: 8 de Enero 2019
Vida de mamá
Foto: IG @dicolaaa
Foto: IG @dicolaaa

Amamantar es lo más hermoso del mundo, pero también requiere ciertos ingenios para poder hacerlo de forma práctica y cómoda, como en las noches, cuando todo se vuelve una odisea.

 

Llevo un año y medio dando pecho, por el momento no hay mayor problema al respecto, excepto las preguntas incómodas: ¿Cuándo se la vas a quitar? ¿Todavía le das? Y el clásico comentario: “Ya deberías de empezar a quitársela porque al rato va a ser más difícil”.

 

Mientras tanto, yo sigo con lo mío y con mis noches aún incompletas a las que al parecer ya me acostumbré, porque una mamá lactante no duerme como los demás.

 

Nuestras noches son semi desnudas, con blusas que se estiran o se desabrochan del pecho, pero con una sudadera o una bata para no morirnos de frío cuando estamos dando de comer.

 

Dormimos del lado de la cuna pegada a la cama, para poder jalar a nuestro bebé a nuestro pecho a las 3 de la mañana, para escuchar su respiración, para verlo dormir, para estar atentas.

 

Conocemos las horas que podremos dormir profundamente y las aprovechamos al máximo, no importa si son tres o cuatro, o a veces sólo una. Pero en cuanto escuchamos el llanto, despertamos en seguida.

 

Hemos perfeccionado la posición de dar pecho acostadas, lo que le suma minutos de sueño a la noche, y entre un pecho y otro, cambiamos a nuestro bebé del otro lado de la cama para intercalar las tomas.

 

Las mamás lactantes tenemos un pecho favorito que compartimos con nuestro bebé, con el que la posición es perfecta si estamos acostadas y en la que el crío se duerme de inmediato. Aunque sabemos perfecto que no podemos dar siempre de un solo lado, vamos calculando las tomas para que al final en la noche, a la hora de dormir, sea “esa” la que le toque.

 

A veces nos dormimos mientras damos de comer, porque es relajante también para nosotras y por que en realidad no hemos dormido en meses, pero cuántas no se han despertado dos horas después con el bebé aún cerquita y el esposo en la sala esperando a ver a qué hora sale del cuarto para hacer algo juntos.

 

Y así, en noches incompletas y entre despertares, continuamos porque tenemos el privilegio de dar lo mejor de nosotras a ese bebé que amamos con todo nuestro ser.

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