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Soy papá y no merezco elogios por levantarme a cuidar a mis hijos en la noche

Publicado: 1 de Junio 2018
Vida de papá
Foto: IG @lu_mulloy
Foto: IG @lu_mulloy

Eran las dos de la mañana y a mi hijo no le cedía la fiebre, me levanté para “apoyar” a mi esposa en ponerle compresas frías y cuidar que todo se mantuviera estable. Por la mañana, tenía más ganas de quedarme dormido que de ir a trabajar y mi mujer me dijo: ánimo, verás que el día mejorará.

 

Mi primera reacción fue voltear y decir: deberías agradecer que me levanté a ayudar, muchos hombres no lo hacen, y aún así cumpliré con mi trabajo.

 

Enseguida mi esposa me miró con unos ojos de desconcierto y me dijo, por favor, jamás repitas eso.

 

Después de un intenso intercambio de ideas y de palabras, ambos estresados por la enfermedad del pequeño y el desvelo, decidí salir de casa e irme al trabajo. Pensaba que era muy desconsiderada al no agradecer el esfuerzo que hice esa noche.

 

Durante el camino, mientras comía el desayuno que me había preparado mi esposa, seguía pensando sobre su reacción a lo que había dicho; yo estaba seguro que era muy afortunada por tener un compañero como yo que participa en los cuidados de nuestro hijo y ella no lo estaba viendo.

 

Incluso, muchas veces hemos conversado sobre aquellos hombres que tienen ideas machistas y le dejan toda la responsabilidad a sus esposas y no se toman el mínimo esfuerzo para apoyar en casa, sólo por el simple hecho de que tienen que ser la “cabeza de la familia”.

 

Tras enojarme e indignarme una y otra vez, di el último bocado al desayuno, y pensé: “a ver, lavo trastes, recojo la ropa que está tirada, hago el desayuno los fines de semana o pongo una lavadora de vez en cuando. No soy un esposo que no haga nada, al contrario somos un equipo.

 

Entonces me “cayó el veinte”; somos equipo: 

 

Mi esposa no tiene que agradecerme nada, al contrario, es parte de mi responsabilidad como marido y padre.

 

Ella también trabaja, limpia la casa y cuida a los niños gran parte del día. Así que después de darle vueltas al asunto durante todo el día, al salir del trabajo me apresuré para llevar a casa.

 

Al llegar me encontré con una esposa agotada pero muy feliz jugando con mi hijo. Entonces lo primero que hice fue agradecer todo su esfuerzo y amor que nos da a nosotros, su familia; y enseguida le pedí mis disculpas más sinceras a lo que había dicho, por lo egoísta y machista que había sido.

 

Ella solo contestó: “aprecio que hagas muchas cosas en la casa y participes en el cuidado de los niños, pero no tengo que agradecerte ni destacar las cosas que haces como si fuera algo extraordinario. Somos un equipo y los dos hacemos las cosas por igual porque es nuestra responsabilidad, una responsabilidad compartida que acordamos desde el primer día en que aceptamos formar una familia.

 

 

Fuente: I'm Sorry. Love, Your Husband.

Autor: Clint Edwards

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