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Cómo dejé de gritar a mis hijos y cómo cambió nuestra vida

Publicado: 16 de Enero 2019
Criando con consciencia
Foto IG: bcastlemiller
Foto IG: bcastlemiller

No es algo que haga siempre, de hecho he perdido el control contadas veces y le he gritado. Pero uno de mis propósitos este año es dejar de hacerlo con mi hija.

Sé que es muy difícil, sobre todo cuando tienes a un bebé de 2 años llorando sin parar en la cama, retorciéndose, con la garganta irritada por gritar y rojo de coraje. Nada lo tranquiliza y no sabes qué hacer. No te hace caso por más palabras tranquilas que le dices, y ha empezado a pegarte. Entre más le hablas, más se enoja.

¿Qué haces? Un grito parece ser la solución, para ti tal vez, porque estás descargando la frustración del momento sobre tu pequeño, pero él no deja de hacer lo que ha estado haciendo desde hace 3 minutos.

No sabes qué es lo que quiere y has decidido dejarlo en la cama, gritando. De nuevo va otro grito, pidiendo calma, hasta que te das cuenta que estás igual que tu bebé.

Esa horrible sensación de saber que estás haciendo algo que no es bueno para él es lo peor, y aunque muchos papás todavía ven normales los gritos, te voy a contar por qué es mi propósito dejarlos por completo.

 

Foto: Naran Xadul

 

Cuando un niño grita, llora y patalea, está mostrando con las herramientas que tiene disponibles en esa etapa, que el mundo no está siendo como le gustaría. Claro que no son estrategias ideales, pero sí apropiadas a la edad. Seguramente se trata de una inconformidad, algo que no le está gustando y no quiere continuar haciéndolo. No está de acuerdo con lo que le has pedido, hecho, etc.

Además, a nivel cerebral hay cambios durante un berrinche o crisis de llanto. Su cerebro deja de comunicarse con los lóbulos frontales (la parte del cerebro en donde está el autocontrol) por lo que pedirle que se calme es igual que hablarle al vacío.

Cuando estás tratando de tranquilizarlo, debes tener en mente y bien claro que tu hijo NO TE VA A ESCUCHAR. Estás tratando de negociar con un pequeño al que tus palabras no le están haciendo ningún sentido, porque su cerebro está bloqueado.

Es como los bebés que lloran de hambre, desesperados. Primero tienes que tranquilizarlo para después poder alimentarlo.

 

No gritar a tus hijos.
Foto: IG @jessica.k.r

 

Algo así sucede con un toddler que está en medio de un berrinche. Hay que tranquilizarlo primero, y la mejor forma de hacerlo es creando un ambiente donde se sienta a salvo.

Puedes hacerlo sentándote en el suelo y manteniéndote tan cerca como te lo permita. Si está golpeando o pateando, evita abrazarlo o tomar su mano, ya que por unos momentos te está percibiendo como una amenaza. Busca más bien crear un espacio donde tanto tú como él se sientan seguros y puedan sacar esas grandes emociones (más adelante con un cerebro un poco más maduro le podrás enseñar estrategias más adecuadas para hacerlo).  

Si le gritas, solo estás reforzando el sentimiento que tiene de amenaza o inseguridad, lo que hace que todo empeore. Porque un niño que se siente inseguro y está gritando, no podrá regularse si el ambiente se vuelve más agresivo, y si logramos que pare el berrinche, la lección está siendo que por un lado no se vale sentir enojo y por el otro que el control se impone desde afuera y con miedo.

Tienes que dejar de pensar que cuando el niño está haciendo una rabieta es contra ti o que es peligroso, y que no habla de un niño mal educado o sin límites, sencillamente es un pequeño inmaduro que aún no entiende los límites del mundo y que tiene sentimientos intensos y todo el derecho de enojarse, porque es una persona.

Dejar de gritar es difícil, porque aunque sea por unos segundos, nos sentimos bien. Liberamos el estrés acumulado y de vez en cuando hasta parece funcionar. Pero después viene la culpa y la promesa de no volver a hacerlo.

Así que si compartes este propósito, te comparto algunas estrategias:

  • No te tomes los berrinches personales.
  • Respira en los momentos de estrés cotidiano para acostumbrar a tu cerebro.
  • Tómate un tiempo fuera cuando sientas que ya no puedes más.
  • Recuerda que los límites importantes a esta edad son básicamente los que mantienen seguros a todos.
  • Ve a tu hijo con curiosidad y trata de entender y evitar activar sus botones. El sueño, el hambre y sentirse invisibles son botones comunes.

Eso sí, si la situación pone en peligro su vida, no hay negociación, se actúa y después se habla. Suena súper difícil, pero como todo proceso, con varias pruebas y prácticas, será más sencillo.

Así que si tú también quieres tomar este propósito de dejar de gritarle a tu hijo, te mando mucha paciencia, abrazos para cuando termines llorando y mucho ánimo para volver a intentarlo en caso de fallar.

Aquí también te dejo un curso para que puedas tener más herramientas en esta etapa tan difícil.

Información verificada por Karen Zaltzman, Coach de crianza.

 

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