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Cuando peor se están portando, la solución son los abrazos

Por: Ximena Méndez
Publicado: 23 de Diciembre 2019
Educación
Foto: Twenty20
Foto: Twenty20

Imagina que vuelves a casa muy cansada, con mil presiones en la cabeza, además tuviste un problema en el trabajo y discutiste con tu mamá. Como eres un adulto, sabes controlarte para no explotar, pero muchas veces no te das de que lo que realmente necesitas es un abrazo muy reconfortante y palabras de tranquilidad de tu pareja o tu familia para disolver de inmediato todo.

 

 

En el caso de los niños, su cerebro sigue en desarrollo y aún no saben cómo controlar sus emociones. Su reacción ante esa confusión es hacer un berrinche, gritar o “portarse mal”, e igual lo mejor que les puedes dar es un abrazo, unos oídos atentos sin juicio ni regaño y una alternativa para resolver lo que están sintiendo de una mejor manera. 

 

 

Sin embargo, estamos acostumbrados a que los cataloguen como “niños malos”, “maleducados” o “groseros” sin detenernos a pensar que ese pequeño no sabe todo lo que uno como adulto ya aprendió acerca del autocontrol y las normas sociales. Solemos desesperarnos y ponernos en un primer plano pensando en lo cansado que es que haga berrinche, cuando en realidad es tu hijo quien debe estar como primer actor y tú pensar en lo que él está sintiendo que provoca esa ola arremolinada de “mala conducta”.  

 

 

¿Por qué es importante el abrazo?

 

 

Para un niño, la contención durante estas pequeñas crisis es fundamental. Es una manera no hablada de decirle “te entiendo”, “te escucho”, “puedo sentir lo que estás sintiendo y estoy aquí para apoyarte”. Con este pequeño acto, ellos comprenden que pueden expresarse libremente y afianzan su seguridad pues se sienten acompañados y respaldados por ti. Hazlo con constancia y podrás ver los frutos en ellos. 

 

 

Tarea para los adultos

 

 

Si esta hubiera sido una clase, definitivamente la tarea sería parar desde ya los juicios. Tu hijo no es grosero por mostrar su enojo; tu hijo no es maleducado por echarle esa mirada matadora a su tía; tu hijo no está mal por hacer un berrinche en el restaurante. Tu hijo solo está lanzando al aire un indicador de que algo no lo tiene cómodo.

 

 

Ponlo en práctica continua y cuéntanos qué tal te fue.

 

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