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El pájaro Cassolo y las abejas

Publicado: 5 de Diciembre 2018
Todas las edades
Foto: Naran Xadul
Foto: Naran Xadul

El pájaro cassolo y la abeja eran grandes amigos, pasaban mucho tiempo juntos y se tenían mucha confianza.

Cierto día, un hijo de la abeja enfermó y ésta fue a pedirle ayuda al curandero del pueblo. Luego de buscar entre sus hierbas y de consultar sus piedras mágicas, el curandero dijo: --Consigue una pluma de pájaro cassolo, envuelve con ella a tu hijo y con eso sanará. Agradecida, la abeja regaló una cazuelita de miel al curandero y fue en busca del pájaro cassolo. --Necesito pedirte un favor –le dijo--; mi hijo se encuentra muy enfermo y para salvarle la vida necesito envolverlo en una de tus plumas. Quiero que me regales una.

--Te daré una de mis plumas –contestó y se arrancó una, sin importarle el dolor. El hijo de la abeja se salvó. Pasó el tiempo y la abeja y pájaro cassolo estrecharon sus lazos de amistad.

Una noche, el hijo del pájaro cassolo enfermó; lo llevaron al curandero y éste, luego de consultar su herbolario y sus piedras mágicas, dictaminó: --Tu hijo se aliviará si frotas su frente con una alita de abeja. El pájaro, en agradecimiento, le ofreció al curandero una piedrecita hueca llena de agua de coco y, despidiéndose, voló a casa de su amiga.

--Necesito que me ayudes a salvar a mi hijo –le pidió--; el curandero dice que frotando su frente con una alita de abeja se aliviará. Regálame una de tus alas. –Lo siento mucho, pero no puedo quedarme sin una de mis alas. Ve a pedírsela a otra abeja –respondió. Desesperado, el pájaro buscó ayuda en todas las colmenas, pero ninguna abeja quiso desprenderse de una de sus alas.

Hasta nuestros días, los pájaros cassolo no han perdido la esperanza de que alguna abeja caritativa escuche sus súplicas y recuerde los tipos de su amistad. Con gritos y aleteos, indican hoy a las personas y a los animales el sitio donde las abejas esconden su miel.

 

Por: Silvia Dubovoy

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