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El elefante soberbio

Publicado: 30 de Noviembre 2018
Todas las edades
Foto: Naran Xadul
Foto: Naran Xadul

Un elefante preguntó un día al dios de la lluvia: - ¿Te sientes muy orgulloso por haber cubierto la tierra de árboles, arbustos y pastizales? ¿Qué sucedería si yo arrancara la hierba, los árboles y los arbustos y no dejara nada verde sobre la tierra? ¿Qué harías entonces?

El dios de la lluvia respondió: -Si yo no dejara caer la lluvia todo sería árido y no tendrías qué comer. El elefante arrancó los árboles, los arbustos y se comió los pastizales con la intención de destruir el verdor. El dios de la lluvia no mandó una gota de agua y el desierto se extendió por todas partes.

El elefante se moría de sed y excavó en los lechos de los ríos, pero ni una gota encontró y no le quedó más que implorar al dios de la lluvia: -Manda agua, por favor, si no, moriré- pero el dios de la lluvia permaneció callado. Pasaban los días uno tras otro y el calor era cada vez mayor.

El elefante envió al gallo para que intercediera por él ante el dios de la lluvia y, después de mucho buscar, el gallo lo encontró oculto tras una nube. –Vengo a buscarte en nombre del elefante, quien te pide hagas llover. El dios de la lluvia permaneció en silencio. –Si no envías lluvia moriremos todos, ya no tenemos qué comer ni qué beber. El gallo suplicó con tanto sentimiento que el dios de la lluvia se conmovió y prometió enviar agua.

Y la lluvia cayó y los pastizales, los árboles y los arbustos reverdecieron. Esa misma lluvia formó una charca cerca de la casa del elefante. Éste salió a comer y encargó su charca a la tortuga: -Si alguien viene por agua le dices que ésta es mi reserva y nadie puede beber de ella. En cuanto el elefante se marchó, numerosos animales acudieron a beber y la tortuga les advertía que era la reserva del elefante y no podían beber. En eso apareció el león y de un zarpazo quitó a la tortuga y bebió hasta saciarse.

Cuando el elefante volvió ya no quedaba agua y reclamó a la tortuga. Ésta intentaba explicarle: -Soy un animal pequeño y no me tienen respeto; el león se acercó y me empujó, ¿qué querías que hiciera? Furioso, el elefante levantó su pata y la dejó caer sobre la tortuga; por suerte, el caparazón la protegió, pero desde entonces, quedó aplastada de la panza.

Como trueno, se escuchó la voz del dios de la lluvia: -No sigan el ejemplo del elefante; no destruyan lo que luego pueden necesitar ni pidan que vigilen sus pertenencias ni abusen de su fuerza con alguien más pequeño que ustedes.

 

 

Por: Silvia Dubovoy

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