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Un día escuché a mi hija saludar al Sol y comprendí que he hecho un gran trabajo

Publicado: 23 de Agosto 2019
Emociones de mamá
Foto: IG @lamamadelbebe
Foto: IG @lamamadelbebe

Las mamás solemos darnos por bien servidas cuando nuestros hijos saludan al llegar a un lugar o se despiden cuando se van.

Y es que con algunos niños es muy natural y fácil, pero con otros es realmente una costumbre difícil de arraigar. Mi hija lo llevó al otro extremo.

Era una mañana de sábado y por la cortina de mi habitación ya entraban los rayos del Sol mientras yo disfrutaba de esos minutos deliciosos antes de que tus hijos despierten y sea hora de pararse a jugar o a hacer desayunos. De pronto escuché a mi hija que venía caminando por el pasillo y de inmediato me hice la dormida (dime si no lo has hecho), pero lo que me hizo abrir los ojos de golpe no fue sentirla encima de mí saltando o un beso de buenos días, no.

Mi sorpresa y emoción infinitas fueron escucharla decir -”buenos días, señor Sol”. No fue poca cosa, ni simplemente algo que me causara ternura, me cayó el veinte de que, hasta ese día, había hecho un gran trabajo con su educación.

Claro que en casa inculcamos los buenos modales, el respeto, la empatía y la amabilidad, pero también he hecho todo por enseñarle que así como somos importantes las personas y los animales, que es lo más obvio, lo son la Tierra, el Sol, la Luna, las estrellas, las estaciones y todo lo que conforma nuestra existencia.

La idea de que, desde pequeños, nuestros hijos entiendan el equilibrio en el que coexistimos con el todo, es retadora. Seguramente a muchos de nosotros nos enseñaron a no tirar basura y tal vez a no gastar el agua, pero esto va más allá. Construir los cimientos para un mundo con Paz viene desde esa raíz, viene desde ver a todo nuestro entorno como nuestro igual.

Y bien que es cierto que los adultos no cambiamos tan fácil, pero con que nosotros logremos comprender tan solo un poco esto, estaremos plantando una semilla muy poderosa en los pequeños. Todo sería diferente si desde la generación de nuestros bisabuelos, por lo menos, esta idea hubiera existido en cada familia. 

Aquí las premisas básicas que le he enseñado y que, sorprendentemente, a sus 5 años parece entender muy bien:

  1. Nosotros dependemos del bienestar del planeta Tierra, no al revés. Si lo cuidamos, nos estamos cuidando también.
  2. Las plantas también sienten. El hecho de que no muestren dolor o alegría como los humanos lo hacemos, no significa que no lo sientan. La neurobiología plantea que las plantas y árboles reaccionan a nuestro estado de ánimo y a cómo las tratamos.  Stefano Mancuso habla de esto, entre otros temas, en su libro “Sensibilidad e Inteligencia en el mundo vegetal”.
  3. Todo, absolutamente todo lo que nace de la Tierra tiene vida. Sí, hasta las piedras.
  4. Nada nos pertenece.

Ahora puedo pensar, con una sonrisa en la cara, que esto que le he enseñado ella lo va a compartir y así esta conciencia podrá permear a otras personas.

Por Ximena M. para Naran Xadul

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