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Al tener hijos es común proyectar en ellos todos nuestros anhelos y deseos

Publicado: 18 de Octubre 2019
Emociones de mamá
Foto: IG @lauries_little_ones
Foto: IG @lauries_little_ones

Queremos que tengan nuestras virtudes y que su desarrollo y sus habilidades sean impecables.

Que les guste el ballet o el fútbol, que destaquen académicamente y que tengan muchos amigos. Queremos estar orgullosos de ellos, pero la realidad es que queremos estar orgullosos de nosotros mismos, como si la razón de sus logros fuera por nosotros.

La realidad es otra cosa completamente. Para empezar, desde que nacen, son personas independientes a nosotros (aunque dependan de nosotros). Sus virtudes y defectos, su personalidad y temperamento es de ellos. Puede mostrar algunas similitudes con nosotros, pero ellos son ellos.

Hay que comprender que nuestros hijos perciben nuestras expectativas, las verbalicemos o no y al no cumplirlas, sienten la insatisfacción que sentimos nosotros, no hace falta decir una sola palabra.

La cosa aquí es la siguiente: nosotros somos los adultos, los papás, ya vivimos nuestra infancia, ya desarrollamos nuestras habilidades, ya sabemos que si le gusta o no a nuestros padres, es problema de ellos. Pero los niños no saben esto. No tienen ni la madurez ni la capacidad de comprender que lo que esperamos de ellos tiene que ver con nosotros y no con ellos. Por lo cual si “fallan” sienten que nos fallan a nosotros.

Llevo muchos años en el mundo del desarrollo infantil, desde mucho antes de convertirme en mamá, y nada me preparó para esta realidad. La realidad de la brecha que existe entre la fantasía y la verdad. Comprender a profundidad que mis inseguridades y fallas no solamente vienen de mí, sino de la persona que no logré ser ante los ojos de mis padres.

¿Y si en lugar de querer que nuestro hijo juegue fútbol, queremos que sea feliz?

¿Qué pasaría si adecuamos nuestros estándares y comprendemos que son personas independientes a nosotros y que nuestro papel implica amor incondicional y apoyo? ¿Y si aceptamos todo de ellos sin calificarlos ni compararlos? Podríamos tal vez, criar niños fuertes, sanos, que transfieren la aceptación de sus padres a la propia, haciendo así la labor más importante que nos corresponde: propiciar su felicidad.

 

Raquel Caspi Miller @psicologia.transpersonal

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